2009-11-27

Love from a stranger / The mad doctor

Grandes personas con bigote presenta a
BASIL RATHBONE
en un Programa Doble ESPECIAL PSICÓPATAS

LOVE FROM A STRANGER (A night of terror)
Director: Rowland V. Lee. Con Basil Rathbone, Ann Harding, Binnie Hale. Gran Bretaña, 1937.

THE MAD DOCTOR
Director: Tim Whelan. Con Basil Rathbone, Ralph Morgan, Ellen Drew, Martin Kolseck, John Howard. USA, 1941.

Pocos caballeros enmostachados han desfilado por esta galería que puedan compararse en porte y distinción al invitado de hoy, ilustre conocido de todos ustedes. Don Basilio Rathbone, aparte de transmutarse en Sherlock Holmes, encarna a un buen número de villanos ejemplares que, mira por dónde, suelen llevar siempre bigote.

Fino, recortado, de estilo francés, raya transversal en un rostro vertical como pocos, trazada, no sin insolencia, como crucial rasgo de identidad. Un personaje que luce semejante adorno facial no puede ser nunca de fiar. Y la desconfianza genera turbación.

Esa es la palabra que define la actuación magna de don Basilio en los dos filmes que pasaron ayer en Canal Desván. Recital Rathbone, manjar que nunca empacha de sabor irrepetible. El carisma de este hombre es difícil de definir; más allá del indiscutible genio, su figura larguirucha y ese rostro impasible un punto burlón parecen destinados a eclipsar cualquier otra presencia que ose aparecer en pantalla.

Programa Doble Especial Psicópatas que comenzó con una película inglesa, Love from a stranger. Imagínese qué tribulación le embargaría si siendo usted una chica de clase trabajadora le tocase la lotería, conociese a un apuesto y gentil caballero, casara con él y descubriese que el señor es un serial killer que lleva despachadas a tres esposas más antes que usted. Qué porvenir tan negro...

Basil borda al loco despótico de modales encantadores y carcajada vesánica que en juego cruel gusta atormentar a su víctima antes de acabar con ella. Menos mal, porque el peso del filme descansa casi por entero sobre sus espaldas, entre una puesta en escena de austeridad monacal y unos modos teatrales que lastran como plomo su desarrollo.

Imposible reconocer en esta realización rutinaria y plana al director brillante y personal de Son of Frankenstein y La Torre de Londres, otras dos colaboraciones de Rowland V. Lee con don Basilio. Encuadres vulgares, ausencia de atmósfera, abuso de planos medios, cámara inmóvil, interminables parrafadas... ¡demasiadas faltas se quiere hacer perdonar!
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Con la segunda que echaron, la producción de la Paramount The mad doctor, antes que nada hay que deshacer un malentendido: se trata de un doctor que está loco, no de un doctor loco como arquetipo. Aquí no hay laboratorios, redomas, ayudantes jorobados o catacumbas. Basilio es un psiquiatra desequilibrado, que se limita a repetir las mañas de Barbazul de su personaje del título anterior.

La ambigüedad preside este cuento de inquietudes y recelos. Sospechosa se presenta la profesión de psiquiatra, como de manipulador mental rodeado de palabrería intelectual y confusa, frente al modelo de normalidad que representan los simplones personajes positivos.

Extraña es también la relación de Rathbone con su escurridizo criado, interpretado por el ofídico Martin Kosleck, cómplice en sus crímenes, que tanto se disgusta al saber que su amo se va a casar por amor... con una mujer. Ambiguo, por último, el romance que Basil sostiene con su víctima, una joven paciente a la que trata entre el sincero apasionamiento y la secreta pulsión de dominar, sin que nunca lleguen a conocerse sus verdaderas intenciones.

Hecha un poco al socaire de la moda del psicoanálisis que tanto gustó, el actor da en The mad doctor una nueva lección de cómo crear inovidables malvados. En narración ágil y bien estructurada, lo suficientemente cinematográfica como para saber sortear un exceso de diálogos, despliega Rathbone su talento. Psicópata con clase, sin ironía y de cualidades reptilescas; hombre atormentado también, que hasta logra que lleguemos a compadecer su dañina existencia. El Mal, casi con mayúsculas...

2009-11-25

Floresta varia de cosas por venir

CIEN MIL REINCIDENCIAS
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Ayer, me parece que era, llegaron a cien mil las visitas giradas a este Desván. Qué quieren, la vanidad es pecado muy a mano, y deseo, incurriendo en ella, decírselo a ustedes para agradecerles su atención.

Gran satisfacción es para este Apóstol del Saber Viejuno, convencido de la necesidad y trascendencia de una misión que no es otra que la de desasnarles. Ni se les ocurra pensar que el contenido del Desván está llegando a su fin, quedan cientos de cajas por abrir, píldoras de conocimientos excéntricos cuya atenta lectura hará de ustedes verdaderos graduados en Undeground Arcaico, que no me dirán que no es títulación lucida y útil.
Recreen la vista con esta selección de prodigios venideros, que poco a poco han de ir apareciendo todos por este rincón. Las cuatro esquinas de mi realidad, que de la que hace ruido allá en la calle no quiero desde hace tiempo saber nada...
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¡¡Viva lo rancio!! ¡Vivan los antifaces de diseño! ¡Vivan los chistes de Frankenstein! ¡Viva el exceso y la desmesura! ¡Vivan los fantasmas de naftalina! ¡Vivan los gorilas! ¡Vivan los Tarzánidos! ¡Vivan los muertos que andan! ¡Viva Mischa Auer! ¡Vivan los gabachos enmascarados! ¡Vivan los cavernícolas con bigote! ¡Vivan los elefantes mareados! ¡Viva Celtiberia ! ¡Vivan las chicas de la jungla! ¡Viva el celuloide antiguo! ¡Viva el papel amarillento!
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¡¡¡Arrenegada sea la realidaaaaaad ... SU realidad, que esta es la míaaaa!!!

2009-11-23

Traca contra los frailes

REPÚBLICA Y CLERIGALLA Es 1931, acaba de proclamarse la República Española. Y hay que ver qué mal les ha sentado el hecho a las todopoderosas órdenes y estamentos religiosos que campan a sus anchas por la Piel de Toro...

Es el humor de esta revista satírica, La Traca, el del hombre harto, exabrupto tosco y grosero contra seres e instituciones en las que no puede menos que ver fomento de la opresión, de la ignorancia, de la superstición. Así lo muestran los chistes -ilustrados en su mayoría por Suau- entresacados del nº 16 de la publicación, correspondiente a agosto de 1931.

Los adalides que la fe inquisitorial siempre ha encontrado en España no tardarán en despertar, cansados de consentir tanto desmán y tanto ataque a sus privilegios, que no es humor precisamente lo que le sobra a la clerigalla.
Más o menos como hoy, pero a lo bestia: cuando se cambien las tornas, el señor Carceller, editor de La Traca, será colocado frente a un pelotón de fusilamiento y ejecutado, por rojo.
Dibujos burdos, sí, pero la mar de necesarios. Hasta imprescindibles, diría yo...

2009-11-17

The adventures of Fu Manchu

THE ADVENTURES OF DR. FU MANCHU
Serie de televisión dirigida por William Witney y Franklin Adreon. Con Glen Gordon, Lester Mathews, John George, Laurette Luez, Clark Howard. USA, 1956

Hay días en que, si uno no fuera tan viejo, hasta le daría por creer en dios. ¡Pues no han empezado a programar en Canal Desván la maravillosa serie televisiva Las aventuras de Fu Manchú, emitida en Norteamérica en 1956! Cinco episodios lleva emitidos mi prodigioso aparato de los trece que son en total, parece mentira que tanta dicha sea posible...





Televisión pre-pop, facturada por creyentes en el Género, de los que cumplen escrupulosa--mente cada uno de sus mandamientos. Subterráneos, pasajes secretos, cámaras de tortura, escenarios que remiten a tiempos en los que no caben distanciamien--tos o ironías. Y eso que faltan menos de diez años para que el escepticismo se cuele en el medio y las formas primigenias del folletín queden sólo aptas para parodias tipo Super Agente 86.


Desde su mismo arranque con Fu jugando al ajedrez, todo mantiene un aire de serial antañón, lo que no es raro siendo uno de sus responsables don William Witney, el más grande director de este tipo de filmes y responsable de joyas como Los tambores de Fu Manchu o Las aventuras del Capitán Marvel. Además, asoman caras conocidas para los fans más curtidos, las de los orientales Keye Luke (hijo de Charlie Chan en la serie del detective de Honolulú) y Víctor Sen Young, habitual tanto en esta última como en la del polizonte japonés Mister Moto, que interpretara San Pedro Lorre.

Glen Gordon compone un buen Doctor Fu Manchú. Aunque lejos de la grandeza de Karloff en La Máscara... o de Henry Brandon en The drums..., el oriental de mentiras conserva sus modales exquisitos y sibilinos, esa risita sádica como aguantada entre los dientes y un hablar mascullado, burlón y amenazador. Nunca aparece sin tener al lado a sus acólitos, la escultural Karamaneh y el enano verdugo Kolb. Este lo interpreta el gran John George, un actor diminuto de torva mirada, cuya larga carrera comenzase de la mano de Tod Browning en Garras humanas.



Festín de iconografías muy queridas, es un verdadero placer contemplar el devenir cotidiano de estos tres personajes en sus locas vidas, ora achicharrando a un infeliz, ora hipnotizando a una dama, acuchillando espaldas, desplazándose entre puertas lacadas, dragones de madera, laboratorios y mazmorras siniestras. Siempre los tres juntos, entregados fanáticamente a su causa desde que se levantan hasta que se acuestan.

Los argumentos son felizmente excéntricos, a pesar de su respeto escrupuloso por las reglas que el género impone. Hay robos de convoyes de oro; un extravagante plan destinado a contagiar a Occidente mediante partidas de melones envenenados; tramas para acabar con Naciones Unidas de un plumazo y desatar una guerra atómica... Veinticinco frenéticos minutos por episodio que alcanzan su cumbre en el titulado The Master Plan of Doctor Fu Manchú.

Nada menos que a Adolfo Hitler en persona tiene escondido el pérfido oriental en el cuarto de al lado. Metidito bajo una sábana, esperando que un cirujano plástico le cambie el rostro y pueda unirse a Fu Manchú para comandar juntos un nuevo amanecer nazi. Menos mal que el doctor Petrie y sir Nayland Smith acuden al quirófano recién abandonado y descubren el siniestro complot, gracias a que el equipo médico se ha dejado sobre la mesa de operaciones un ejemplar de Mein Kampf...

Hitler muta en un hombrecillo de rasgos severos que en cuanto se quita los vendajes se pone a gritar lanzando peroratas nacional-socialistas, antes de ser acribillado en su isla secreta a manos de unos comandos capitaneados por Smith, implacable némesis de Fu Manchú. Genuina ficción pulp hecha con honradez y convicción, lo que no puede decirse de otras que hoy gustan presumir de semejante etiqueta...